
Amado Dios, hoy me acerco a Ti con humildad y gratitud, reconociendo que no es casualidad que esté leyendo estas palabras. Tú, que conoces cada rincón de mi corazón, sabes cuáles son mis anhelos más profundos, mis luchas silenciosas y mis sueños aún no alcanzados. Gracias por recordarme que estás presente, incluso en los momentos en que no logro verte con claridad.
Padre Celestial, en este nuevo día te entrego mi vida, mis pensamientos y cada paso que voy a dar. Sé que me tomas de la mano con ternura y firmeza, guiándome por caminos de bendición y propósito. Te pido que fortalezcas mi fe para confiar en tu plan, incluso cuando no entienda lo que sucede a mi alrededor.
Gracias Señor, por tu amor constante y por no soltarme jamás. Confío en que estarás conmigo en cada decisión, en cada batalla y en cada victoria. Hoy decido caminar contigo, sabiendo que me bendices a cada instante. Amén.