
Amado Dios, en este día me presento ante Ti con humildad y confianza. No vengo a pedir nada para mí, sino a suplicarte por aquellos que llenan mi vida de amor, esperanza y sentido. Tú conoces sus nombres, sus luchas, sus temores y sus sueños. Tú los amas incluso más de lo que yo puedo amarlos, y por eso coloco sus vidas en tus manos poderosas.
Te ruego, Señor, que los cubras con tu protección divina. Que ningún peligro los alcance, que ningún mal los toque. Sé su escudo en medio de las tormentas, su refugio cuando se sientan débiles y su fuerza cuando el camino se torne difícil. Que tu presencia los acompañe en cada paso, y que sientan tu paz en medio de cualquier tempestad.
Te pido también que les des salud, tanto del cuerpo como del alma. Sana sus heridas visibles e invisibles, fortalece su ánimo y renueva su espíritu cada mañana. Donde haya dolor, pon consuelo. Donde haya cansancio, renueva su energía. Y donde haya necesidad, que nunca falte tu provisión generosa y oportuna.
Amado Dios, en este día solo quiero pedirte una cosa: que por favor cuides a todas las personas que amo, les protejas ante cualquier peligro, les des salud y les ayudes en sus batallas y necesidades. AMÉN.